miércoles, 16 de abril de 2008

AUTOBÚS MOTRIL GRANADA

Ruta Motril Granada en autobús. Nos encontramos ante aproximadamente 74 kilómetros de trayecto cuyo recorrido puede convertirse en una verdadera Odisea, casi como la de Ulises. Entre los múltiples pasajeros se pueden encontrar decenas de estudiantes que optan por este transporte para poder asistir a sus clases en la Universidad de Granada, ya sea diariamente, semanalmente o “de cuando en cuando”. Lo sé porque yo soy uno de ellos, de los “de cuando en cuando” más concretamente.
Pues bien, coger este autobús despierta en mí un sentimiento de terror la mayoría de las veces. Y no es algo extraño si se tienen en cuenta toda la suerte de circunstancias que acompañan a tal evento. La primera de ellas es el paseo hasta la Estación de Autobuses, sita en el Camino Nuevo de San Antonio. Yo vivo bastante lejos de allí, así que me lleva papá. Mi padre tiene un “todo terreno”, con el que atraviesa la Calle Ancha sorteando todos los obstáculos, lo cual no es nada fácil por varios motivos. Uno, la calle no le hace honor a su nombre, al menos en la actualidad. Dos, aunque tampoco sea una calle estrecha por sí misma, a mí me parece que, a medida que te adentras en ella, se estrecha cada vez más, hasta el punto en que crees que te va a engullir. Tres, sin duda esto tiene que ver con las múltiples sorpresas que te sueles ir encontrando al recorrerla: ¡doña Dolores se lanza sobre tu coche!, ¡los pasos elevados!, ¡el coche de Joselico aparcado “momentáneamente” en el carril de la derecha!, ¡el del Toni a la izquierda! ¡el perro del kiosco cruzando “a sus anchas”!
Tras este emocionante paseo, llegamos a la Estación, pero… ¿dónde vas a aparcar papá? Antes de la reciente remodelación de la calle ya estaba difícil, pero tras los cambios ¡es imposible! Los aparcamientos que había junto a la acera de la Estación han sido eliminados, ya sólo hay una acera, más ancha que la anterior, eso sí. Y, en frente, se han mantenido las zonas para aparcar, pero se han reservado a taxis. Es decir, o llegas dos horas antes para dar vueltas alrededor de la Estación en busca de un aparcamiento libre, o aparcas de mala manera donde buenamente puedas. Resultado, a las horas punta: la ancha acera plagada de coches estacionados sobre sus nuevos adoquines, y, la posibilidad de encontrar toda clase de vehículos excepto taxis en la zona de taxis. Entre vuelta y vuelta durante la búsqueda asistimos a la entrada de un autobús en la Estación por el acceso para vehículos que da al citado Camino Nuevo de San Antonio. Entonces, uno piensa: le va a dar, le va a dar, ¡va a dar! drrrr….uhy!! Impresiona. Los conductores de autobuses deben de ser sobrehumanos para conseguir tales hazañas.
Una vez superada esta prueba automovilística, voy a pie desde el coche, mejor o peor aparcado, hasta la entrada de la Estación. Cuando atravieso el umbral, un pensamiento suele atravesar mi mente: Este recinto es una vergüenza para los motrileños…pero, ¿no iban a hacer una estación nueva? Eso dicen. Si no me equivoco, la propuesta de la construcción de una nueva estación se aprobó en el Parlamento Andaluz en el año 2001. En 2004 se dijo desde la Junta que había asignaciones presupuestarias para el 2005, y que la Estación estaría lista para finales del mismo año. Pero en 2006 aún no habían empezado con las obras, así que entonces se anunció que se daría comienzo a las mismas antes de la finalización del año siguiente. Llegó el 2007 y nada, pero no pasa nada; nos volvieron a vaticinar la iniciación del proyecto para antes del termino del mandato municipal de aquel momento, y esta vez con la buena nueva de una inversión de la Junta de más de 2,8 millones de euros, ¡¡menuda alegría!! Terminó el mandato, y comenzó otro, pero la Estación seguía siendo tan sólo un tema de conversación y, si cabe, de indignación. Y a finales de ese mismo año 2007, nos vuelven a dar otro anuncio, y menudo varapalo: “Se comenzará a construir la nueva Estación dentro de dos años…”, y eso si esta vez lo dicen en serio, que si no…Y bien, entre “pitos y flautas” llevamos unos años esperando, como si nada.
Una vez recuperada de tal pensamiento tormentoso, me dispongo a sacar el billete en la taquilla. Me coloco al final de la cola y espero mi turno. Si tengo suerte no tardaré más de tres minutos, pero si da la casualidad de que la mitad de los estudiantes universitarios de Motril pasaron el fin de semana en casa…Y en esas ocasiones me pregunto: ¿por qué no abren la otra taquilla para agilizar la venta de billetes? Es un misterio. La “otra taquilla” nunca se abre, ya pueda la cola dar la vuelta al recinto, no se abre.
Cuando la garantía de que hay una plaza reservada para mí está en mi mano, hablo de mi billete, aún queda otra espera. Espera a que llegue el momento de subir al vehículo. Normalmente uno se sube tres o cuatro minutos antes de la hora de salida, pero puede ocurrir que tu autobús sea de los que tienen una hora de salida aproximada. Esto quiere decir que nunca sabes cuando llega ni cuando se va con seguridad. Los autobuses de las 7:30 de la mañana, 7:45 y 8:00 son de estos. Así, la ultima vez que cogí el de las 7:45, mi autobús llegó diez minutos tarde, pero es que el de las 7:30 aún no había llegado, y además hacía cinco minutos que había llegado el de las ocho, lo cual es un poco trastornante.
Mientras espero el autobús me fijo en lo cerquita que están todas esas casas y sus correspondientes ventanas del ruidoso patio de la estación, lo cual parece tener que ver con lo bien atrancadas que se encuentran sus persianas. ¿Cómo podrán descansar con este ruido continuo día y noche?
Pero, bueno, cuando llega mi autobús me monto, y al ingresar en su interior verifico mis sospechas…efectivamente los conductores de autobús son sobrehumanos. ¿Cómo pueden soportar temperaturas tan extremas? Me explico. Si es invierno en el resto del hemisferio, dentro del autobús “ellos” se las ingenian para crear un microclima subtropical, de manera que si tu vas vestido acorde con la estación empiezas a sudar instantáneamente, tu cuerpo entra en estado catatónico a los pocos minutos, la mente se nubla, la cabeza parece que va estallar, y comienzas a quitarte todo la ropa que puedas, pero es inútil, ya sabes que irremediablemente vas a pasar una hora en el interior de una sauna móvil. Y cuando el clima motrileño comienza a ser más veraniego, “ellos” convierten el autobús en un frigorífico, de manera que tú con tu camisetita de manguita corta no sabes como hacer para conseguir taparte los brazos con piel de gallina y el cuello al mismo tiempo, así que tu garganta queda expuesta a un cañón de aire helado que provoca finalmente que, sorprendentemente, cojas el resfriado que conseguiste esquivar durante todo el año justo al comienzo del buen tiempo. Pero “ellos”, los superhombres, los conductores, siempre van en manga corta, y ni “crían pollos” ni se acatarran. ¿Cómo lo hacen?
Una vez en marcha, me alegro de que el autobús vaya directo a su destino, porque de lo contrario me tocaría aguantar dos horas y media de repaso de gran parte de la geografía granadina visitando todos los pueblos localizados entre Motril y Granada. Aunque si visitamos Vélez y Alhendín no me molesta. Paso casi la mitad del camino esperando ver aparecer la autovía, cuya promesa de llegada a Motril se ha ido alargando en el tiempo, asemejándose su historia a la de la nueva estación. Así que mejor ni entrar en el tema de la autovía. Cuando al fin la alcanzamos, el resto del viaje parece más rápido y fluido, y, de repente, ya hemos llegado. Al salir del autobús ya estacionado, vuelvo a la realidad, vuelvo al mundo real, vuelvo al clima real, y sé que estoy en Granada porque no huele a mar, porque no huele a vega, pero sobre todo, porque ese lugar en donde estoy sí que es una estación de autobuses de verdad.

Virginia

jueves, 10 de abril de 2008

Recuerdos de la Zafra

(Ahora que es primavera)

-El aire huele a dulce,
ya es primavera,
y el humo de las fábricas
pinta la sierra.

-Las muchachas de Osuna
y de Albuñuelas,
ya remiendan sus sayos
de basta tela.

-El aire huele a dulce,
ya es primavera,
y el pito de las fábricas
suena que suena.

-“¡Dónde estará mi novio!,
¡quién lo trujera!”
-Ya cantan las mocitas,
ya desesperan.

-El aire huele a dulce,
ya es primavera,
y el ruido de las mondas
surca mi tierra.

-“¡Dónde estará el mocito
que a mí me quiera!”
-¡Qué dura que es la vida
de las monderas!.

-El aire huele a dulce,
ya es primavera,
y pasan acarretos
frente a mi puerta.


-"Capataz de la monda
de la Almudena,
¡que este año me caso,
dame faena!".

-El aire huele a dulce,
ya es primavera,
Los hombres cortan cañas
y ellas las pelan.

-“Aguaor”, dame agua de

fuente “La Higuera”,
agua dulce que calma
a “to”el que espera.

-Dulce como el aire
que hay en mi tierra,
¡cuando llegan las mondas,
…y es primavera!

F. Antonio Reyes

martes, 1 de abril de 2008

“EL CAMINO DE LA MAR”


(Ahora que ya han pasado las elecciones)

Ayer, ¡sí, fue ayer! Era Semana Santa. Yo había escuchado a mis abuelos hablar del “camino de la mar” y se me antojaba un camino exótico, lleno de árboles y cañaverales, lleno de arena y de peces, de olas gigantes y de botes varados; algo en consonancia con mi querido barrio del “Varadero”; si, soy “playero”, como nos llamaban entonces los paisanos de los otros barrios motrileños, ¡y a mucha honra! Aquel día, habíamos subido en “la Alsina” a ver las procesiones del Miércoles Santo: mi querido y recordado padre salía ese año en la de nuestro barrio, la del “Cristo Crucificado”, tan pobre ella, hábito negro, y cuerda llena de nudos a la cintura. Pocas Semanas Santas guardo yo entre mis recuerdos de la infancia, como aquella…, la “calle Catalanes” y la “Plaza de las Palmeras” estaban totalmente a oscuras y en silencio al paso del “Cristo Crucificado”; desistíamos ya de reconocer a mi padre (seguiré llamándole así, y no progenitor), cuando un “capuchón” deslizó suavemente unos caramelos en mi mano. Sentí, que un escalofrío de felicidad recorría mi cuerpo. Era mi padre, por fin.
Al volver, era tarde ya, y no había “Alsinas”, y tampoco dinero para taxis. Alguien dijo: “volveremos andando, por el Camino de la Mar”. ¡…Y, entonces, me di cuenta…, que ese camino…, tan exótico…, que yo escuchara nombrar a mis gentes…, era el camino que unía a Motril con sus playas, con su puerto; y a mis barrios de “La Playa” -“Varadero” y “Santa Adela”-, con el núcleo principal de la ciudad! …Aquella noche lo compartí, entusiasmado, a todo lo largo y ancho, con decenas de “playeros” que volvíamos a pie de la Semana Santa motrileña.
Desde entonces, y a medida que fui creciendo, ese camino ha estado muy ligado a mi vida: andando, en “bici”, en coche o en la “Alsina”… ¡Cuánto placer y cuántos recuerdos! Los motrileños lo conocíamos metro a metro. Los unos para subir al cine, al fútbol, a la “feria”, a la Academia, al mercado…; los otros para bajar a las playas, ...a las fiestas de la “Virgen del Carmen”. “El Michel” lo pasaba corriendo a zancadas cortas, con la camisa arremangada hasta los hombros cada tarde que subía al Coliseo Viñas para ver una película de Steve Reeves. Ningún otro paisaje motrileño nos dibujaba mejor los equinoccios: en la primavera, pintado de amarillo de punta a punta por las flores de las “vinagreras”; y en el otoño, cubierto de charcos grises y de hojas marrones tapizando su suelo.
Pasó el tiempo, y lo que tenía que haberse transformado en un bulevar, en una alameda, en un paseo ajardinado bordeado de zonas residenciales, instalaciones deportivas, modernas cafeterías y restaurantes, entrelazando el núcleo de Motril con sus barrios marineros, con sus playas, con su puerto…: la ceguera, ineptitud y falta de valentía y de independencia de nuestros políticos lo convirtieron en una carretera peligrosa y malcuidada. La falta de limpieza permitió que las malas hierbas arrebataran el espacio a las “vinagreras”. Un día, los “politiquillos”, se decidieron a enlosar un lateral y dotarlo de farolas, y aunque era una verdadera “chapuza” por lo estrecho y desprotegido junto a una carretera sin cuneta y unos accesos peligrosísimos, los motrileños supieron sacarle buen partido. “El Camino de la Mar” se llenó de jóvenes y mayores que desde el alborear hasta la noche bien entrada lo recorrían ávidos de ese paseo que los enlazara con aquel otro de la playa de poniente. El lema “el deporte es vida” se había insertado en la cultura motrileña. “El Michel” ya no estaba para verlo…, pero otros muchos le emulaban ahora cambiando sus “calzones” y mangas arremangadas por modernos chándal y vistosas equipaciones deportivas.
Yo, humildemente, como amante del deporte y de mi Motril, era feliz contemplando ese espectáculo, esperando que a pesar de la “chapuza”, algún día, un Ayuntamiento, más lúcido, comprendería el valor histórico y la importancia vital de ese espacio, y lo convertiría en un hermoso y moderno paseo.
Por desgracia, nada ha sido así. Primero hicieron una obra muy extraña. Después iniciaron otra… Y de pronto, un buen día, todos pudimos comprobar con estupor “la marranada más grande que alguien podía imaginarse”. Aquel histórico “camino de la Mar”, aquel espacio entrañable, poético si queremos, tan de los motrileños desde décadas…, siglos…: ¡había desaparecido!, ¡lo habían destrozado!.
…¡Malditos chapuceros…!, han dejado a Motril sin su futuro bulevar, sin la alameda, sin el hermoso paseo ajardinado que tenía que haberle unido en un futuro inmediato con su puerto, con sus playas… con sus barrios pegados al “rebalaje”. Dicen que políticos ajenos a nuestra ciudad tomaron las decisiones. Esos que hablan tanto de la descentralización y de la autonomía de los pueblos, pero que son sólo “políticos de pesebre”.
…Porque, ¿dónde estaban los que tenían que haberlo impedido?, ¿dónde los que tenían que haberse negado? No se podían haber hecho esos accesos uno o dos kilómetros más allá? ¿No se tenía que haber reconvertido esa zona para que fuera posible compaginar su utilidad y su valor histórico con la imagen de una ciudad moderna y acogedora?
Los motrileños que hemos pasado por allí estamos anonadados, es difícil hacerse a la idea. Algunos atrevidos viandantes cruzan aún por los pasos que más que de peatones parecen de “suicidas”. ¿Acaso no debería tener cárcel pintar esos criminales pasos de peatones en esa zona?
Los motrileños debemos movilizarnos ya, para que cuanto antes se arregle ese desaguisado, esa “paparruchada” que ofende a los motrileños y les ¡ARREBATA PARTE DE SU PASADO..., DE SU PRESENTE..., Y DE SU FUTURO!

------------------------------------------------------------
NUEVA POESÍA LÍRICA
------------------------------------------------------------

Vaga Ilusión

¡Cuando el recuerdo se borre!
Si las sombras han caído
sobre los radiantes tilos,
si al ocaso de las flores
ya no existen los amigos,
si abrazaron tus amores
la oscuridad del olvido:
se quedarán contigo...,
sólo, ¡las ilusiones!

¡Que no se duerma
que tiene frío,
su pena negra,
su voz de niño!

¡Cuando el silencio te ronde!
Si del alba las campanas,
derraman sobre tu almohada,
tañendo lánguidos sones,
la color de la mortaja,
hacia su elevada torre,
como hiedra entre sus ramas:
se marcharán con tu alma...,
sólo, ¡las ilusiones!

¡Sólo, las ilusiones!:

arcoiris de amapolas,
pétalos de caricias,
besos de noche alada,
sueños de mil colores...

¡sólo, las ilusiones!

¡Que no lo llamen
que se ha dormido,
su pelo negro,
su piel de trigo!


Antonio Reyes

El jardín de mis sueños

A su pasión atado,
en el quieto jardín de mis sueños,
dolido y olvidado,
y preso de sus dueños,
¡dejé mi corazón en sus empeños!

¡Qué solo y desdeñado!,
en su sentir, con mi razón reñido;
sediento de cuidado,
de amor incomprendido,
¡cubriendo de tormento el buen sentido!

¡Oh! Píndaro, en sus versos,
qué desigual batalla reflejara;
estando dos inmersos,
mi corazón quedara,
¡entre los rododendros y la jara!

¡Oh mísera razón!,
de su triunfal combate reposaba,
ilesa de pasión;
apenas le inquietaba,
¡el viento que en el álora ululaba!

¡Viento!, viento que va
y que viene airoso y mi alma arroja,
al lugar donde, ya,
mi corazón se abroja,
¡y unas flores alivianan su congoja!

...Risueña, ...candorosa,
sus alas suavemente aleteando...,
¡paloma tan hermosa!,
la sorprendí mirando,
¡y entre las mariposas revolando!

¡Tan tierna enternecida!,
prendía en su nostálgica mirada,
relámpagos de vida,
la dulce madrugada,
¡y el brillo del otoño en la alborada!

Sus ojos de poesía,
colmaban los anhelos de ventura.
Amores me pedía,
¡oh!, cándida criatura,
¡embriagando mi mente de mixtura!

Busqué mi corazón,
donde en sueños quedárase olvidado;
¡oh!, pérfida razón,
ausente de su hado,
¡yacía moribundo y mal hallado!


A. Reyes

SEGUIRIYAS

.
A la orilla “el” río
te fui a buscar,
y vadeando sus revueltas aguas
te quise amar.

A la orilla “el” río
te vine a ver,
y me arrebató su turbia corriente
lo que te amé


No me digas nada,
no vale la pena,
con el corazón, niña, yo sé muy bien,
no hay quien pueda.

Agua revuelta,
clavo y canela,
son los amores, ”maresita e mi alma”,
que me atormentan.

Si tu eres la luna,
yo el mudo reflejo,
que en la noche de San Juan, desnudos,
juntaban sus cuerpos.

Tu me amaste más
y, tal vez, yo menos;
pasando el tiempo, soy yo el que lloro,
al recordar lo nuestro.

El día “e” la Virgen
me crucé contigo,
y el tintineo débil de mis huesos
llegó a su oído.

Yo nada diré,
si tú nada dices,
qué importa a nadie, chiquilla, si tu y yo,
¡ay!, fuimos felices.

Juntito a tu vera
como junco bravo,
yo voy pasito a pasito, ¡mi vía!,
fiel y atolondrado.

Por mirar en tu alma
hasta me hice cura,
para ver temblar, tras las celosías,
tu imagen pura.

Cuál fue el pecado,
cuál la penitencia,
te has confesado, y te he visto llorar
dentro de la iglesia.

¡Ay!, qué buenesita
que eres conmigo,
que estás cansada, niña de mi alma,
y me das abrigo!

No bajes los ojos
ni vuelvas la cara,
cuando en la feria, me ves paseando,
montado en mi jaca.

Se decía mi amigo
y venía a mi puerta,
para quitarme lo que más quería,
viéndola abierta.

Al verte bailando
anoche en la plaza,
un fuego atroz que lo abrasa todo,
prendió mis entrañas.

¡Niña de mi alma!
¡Luz de mis sentidos!
ven que te cante, todas mis penitas,
cerca de tu oído.

¡Que me vuelvo loco,
de tanto mirarte,
y tus ojitos sólo me sonríen
muy de tarde en tarde!



A. Reyes

SOÑÉ

Soñé, que soñaba un día,
que era joven y soñaba
que tus ojos me miraban.
Soñé, que tú me querías.

Soñé que volví a mi infancia,
y que mis padres vivían;
y que dormía en mi casa,
soñando que me querías.

Soñé, que soñaba un día,
que era viejo y no soñaba;
y que la vida pasaba
sin sentir que la vivía.

¡Soñando, soñé contigo!,
y con las cosas queridas,
que perdí por el camino,
y me dejaron su herida.

Soñé, corazón amigo,
que la vida no pasaba.
¡Soñé, que me despertaba,
y que tu estabas conmigo!

F. Antonio Reyes

Retrato del Alma

Ternura escondida,
ojos indecisos,
amor casi dormido
amor ansioso...,
ilusión rota
ilusión que brota...,
recóndito deseo de vivir:
¡eso eres tú!

Mirarte,
es mirarme.
Amarte, es,
amarme.

Ojos tristes
ojos radiosos,
sentires profundos,
sueños ansiosos...:
¡eso soy yo!

Encontrarme
es, saberte.
Vivir, es
¡saber encontrarte!

A.Reyes

Amor de Juventud

Tú eres chiquilla,
la luz del día,
clara alegría,
calor del sol.
¡Que quién soy yo!
¡Yo soy tu amor!

Yo soy la espiga
que crece erguida,
tierra que ansía
tu resplandor.
¡Amor y amor!,
¡somos los dos!


A.R.
---------------------------------------------------------
POEMAS DE MI TIERRA
---------------------------------------------------------

Recuerdos de la Zafra

(Ahora que es primavera)

-El aire huele a dulce,
ya es primavera,
y el humo de las fábricas
pinta la sierra.

-Las muchachas de Osuna
y de Albuñuelas,
ya remiendan sus sayos
de basta tela.

-El aire huele a dulce,
ya es primavera,
y el pito de las fábricas
suena que suena.-

“¡Dónde estará mi novio!,
¡quién lo trujera!”
-Ya cantan las mocitas,
ya desesperan.-

El aire huele a dulce,
ya es primavera,
y el ruido de las mondas
surca mi tierra.-

“¡Dónde estará el mocito
que a mí me quiera!”
-¡Qué dura que es la vida
de las monderas!

-El aire huele a dulce,
ya es primavera,
y pasan acarretos
frente a mi puerta.

-"Capataz de la monda
de la Almudena,
¡que este año me caso,
dame faena!"

-El aire huele a dulce,
ya es primavera,
Los hombres cortan cañas
y ellas las pelan.

-“Aguaor”, dame agua de
fuente “La Higuera”,
agua dulce que calma
a “to”el que espera.

-Dulce como el aire
que hay en mi tierra,
¡cuando llegan las mondas,
…y es primavera!

Antonio Reyes

Atardecer de Mayo en Motril


Aromas de este mar y de la tierra,
el aire claro arrastra en su dulzura:
bañando la fértil, vasta llanura,
de fragancias que el sentido encierra.

A lo lejos, pintado en la sierra…,
el sol radiante, su roja textura…:
herido en melancólica premura,
cual frágil corazón que amando yerra.

¡Qué extraña sensación la que se siente,
a caña y a melaza en las alturas,
entre almendros y un gorrión durmiente!...

De las noches el espejo sonriente,
cómplice del amor y desventuras,
pronto asoma su luz por el oriente.

Antonio Reyes

Noche de Luna

Me gusta una noche de luna
pasear por la orilla del mar,
y escuchar del agua el bramar
silenciosa, sin espuma.

Sentarme después en la arena;
recordar cosas del amor;
y soñar que también mi morena,
estará pensando en los dos.

Me gusta el reflejo plateado,
con tinte amarillo de amistad,
que me sigue por la orilla embrujado.
Me gusta… su clara oscuridad.


Antonio Reyes

Versos de pura añoranza

(No sé distinguir los versos de mi juventud de los de mi madurez. No sé si me emociona más una silva o un soneto de un hombre ya vivido, que la sencilla rima de aquel adolescente que se debatía entre los sentimientos y los sueños en un mundo cuya realidad le resultaba hostil. Estos versos los escribí, allá en mi juventud, cuando tuve que abandonar mi tierra buscando nuevos horizontes, y descubrí que no había para mí gozo fuera de mis gentes cálidas y abiertas del sur como mi tierra misma).

Volveré, volveré a mi tierra,
a las gentes que dejé allí;
volveré al lugar tan amado,
al rincón donde yo nací.

Oiré de nuevo el cantar
de jilgueros al amanecer;
y veré, desde mi ventanal,
luceros al oscurecer.

Y, cuando la luna y su brillo
plateado, iluminen mi tierra
y mi cielo estrellado, oiré
el canto de una guitarra vieja.

Y lloraré por dentro…,
todas las penas mías;
y cantaré por fuera…,
todas mis alegrías.

Antonio Reyes

Mirando al Mar

Por el gris horizonte
azul y blanco,
veo los barcos pasar,
¡oh sueño extraño!

Por el gris horizonte
verde y dorado,
¡tu nombre se me va,
a un mundo raro!

Desde la alta colina,
mirando al mar,
florecillas silvestres,
puedo gozar.

¡Desde la alta colina,
no tornarás;
amores que se alejen,
marchitarán!

Por el gris horizonte
añil y cárdeno,
veo los barcos llegar
de un país lejano.

Por el gris horizonte
naranja claro,
¡quién pudiera besar
tu cuerpo amado!

Desde la alta colina
me esperarás,
tu corazón de nieve
se ablandará.

¡Desde la alta colina,
tú me amarás!,
entre flores silvestres,
¡mirando al mar!


F. Antonio Reyes

Playa de mi soledad

¡Playa de mi soledad!,
donde guardo mis recuerdos:
dentro de blancas espumas,
siempre la vengo a buscar.

¡Agua clara alborotada!,
con tus ricitos de nieve:
dibújame su sonrisa
en tus burbujas de plata.

¡Agua, viento, cielo, playa!:
recuérdame su cabello,
tan negro, de seda suave
y ensortijado de lana.

Playa de mi soledad,
arrúllame entre tus sábanas,
y abrázame el corazón
con tus brazos de cristal.

¡Agua alegre alborozada!,
con tus ricitos de nieve:
¡líbrame de mis saudades!,
en tus burbujas de plata.


F. Antonio Reyes

Estaba la Mar en Calma

Estaba la mar en calma;
el murmullo de las olas;
el cielo, velo infinito...;
y mi corazón a solas.

¡Corazón, de qué estás hecho,
que no escuchas la razón!

Cuando era niño soñaba
que era de un barco patrón,
y por el mar navegaba,
cara al viento, luna y sol.

Cuando era niño soñaba
lo que iba a ser de mayor.

A lo lejos, un velero,
se perdía entre la bruma.
El agua se revestía
una y otra vez de espuma.

El viento, fiel mensajero,
iba y venía trayendo,
brisas, olores, recuerdos,
viejas canciones y sueños.

La orilla se iba tiñendo
de conchas de caracolas,
de nácares de colores...
Y mi corazón a solas.

¡Corazón, de qué estás hecho,
que no escuchas la razón!

¡Cuando era niño soñaba
lo que iba a ser de mayor!



F. Antonio Reyes

U.D. "JUVENTUD"

===========================================

POESÍA CONTESTATARÍA

¡Quién cogerá mi mano!

Si ver rayos pudiera,
claros al destellar,
por un sendero abierto,
¡quién me acompañará!

Desde mi oscura luz,
de tristes epitafios,
¡dónde la luz está!

Se me desgarra el alma.
¡Quién me comprenderá!
Qué triste está la noche.
Qué pobre el hombre va.

Yo quise andar senderos,
Que al c
énit van a dar.
Qué claro está el camino.
Qué torpe el caminar.

Desde mi oscura luz,
de tristes epitafios,
me siento despertar.

¡Quién cogerá mi mano!
No vaya a zozobrar.
Qué triste está la noche.
Qué pobre el hombre va.

Entre rayos y truenos,
que nublan mi soñar,
yo busco aquel lucero,
¡que está al alborear!



Antonio Reyes