martes, 20 de noviembre de 2012

EL RECUERDO DEL PAISAJE

(En memoria de Paco Tarragona)

Este querido paisaje,
Tan abrupto y tan salvaje,
Que te dio naturaleza.
Tan entrañable belleza…
Este sueño peregrino…
Oh, refugio tan divino,
Donde la ambición se entierra
Y el corazón ya no yerra.

 Oh, Paco aquí pena hoyada,
Esta tierra tan amada,
A los ojos de la gente;
Siendo Dios tan indulgente,
Que la creó para todos
Ornándola de mil modos.

Esta luz tan envidiable,
Este cielo tan amable,
...Tan dorada y ...tan azul,
Que se extiende como un tul
Cuando con el mar se junta,
En infinita pregunta
Entre un amado y su amada.
Otrora fuera admirada,
Ahora yace ante mis ojos
Humillada por despojos.

Oh, juventud qué buen reto
Devolverle su respeto
A este remanso de paz.
Oh, qué esfuerzo tan fugaz…
Oh, qué efímera pasión…
Un impulso… una ilusión…
Un deseo… un despertar…
Oh juventud, ¡batallar!...

El vuelo de un pajarillo,
El perfume del tomillo,
A lavanda y a romero,
Son las cosas que venero...
Son recuerdos de mi infancia,
En el aire la fragancia
De los pétalos de flores,
Su textura, sus colores.

Oh, juventud qué alborada,
Tras una noche velada
Qué clara luz se avecina,
Si una sociedad camina
Defendiendo su bagaje
De la tropelía salvaje.

Tu tierra, tu luz, tu calma…
Llevarás siempre en el alma,
Adentro de tu equipaje…
¡El recuerdo del paisaje!


Antonio Reyes

POETAS MOTRILEÑOS

LA MAR

Aún recuerdo
la primera vez que vi la mar.
Me pareció un campo de surcos azules
recién arado
semejante a los trigales
cuando el viento peina las espigas.

Sobre la arena
desplegamos los manteles
el gazpacho, los espetos
y almorzamos acariciados por la brisa.

A la tarde
el mar sesteaba indolente
y nuestros dedos escarbaban la arena
buscando piezas de nácar.

Pasó una gaviota
un barco, una vela, una nube
y quedó en el aire
un leve presagio de tristeza.

Nos alejamos
saludando con un gesto a los hombres
ocupados en atraer hasta las redes
a los peces de plata.

Joaquín Pérez Prados





EL ÚLTIMO BARCO

(Hoy, como ayer, otra vez, siento esa emoción de los momentos auténticos al presentar a este poeta para mi tan apreciado, quizás por ser la personificación de mi otro yo, y que siento no pueda involucrarse plenamente en ese nuevo y viejo proyecto editorial que tenemos)

Como el último barco que surge entre la niebla espesa:
fantasmal, solitario, rendido a su destino
de haber vivido mucho y no saber si bien,
y que espera para ser recibido en dársenas dormidas.
Así aparezco yo en las sórdidas noches
por los cruces mortales
que tienden avenidas insensibles al paso,
esperando abrazar el postrero desastre
del tiempo que se va.
Como mi vida, a golpes de oleaje,
que se estrella en las rocas
de una profesión a la que no tengo mucho aprecio,
más que por lo que no dice por todo lo que calla.
Por eso espero llegar hasta esa ensenada
que me devuelva al olvido,
al seno de las cosas que no tienen memoria.
Y mientras tanto doy noticias
que son pura ficción y otras son mentira,
malas y buenas informaciones
que a veces son un calco de mi vida.

Francisco M. Ortega





FORJANDO LA LUZ

(El autor reside actualmente en Málaga, donde tiene su trabajo,
aunque siempre que puede se desplaza a su Motril)

Yo sé que el cielo que no alcanzas,
es sueño que escapa entre tus manos
cuando miras el mundo frente a frente
y recorres sus aristas crispadas por el odio.

Que la vida te ofrece espejismos dorados,
para llenar de sombras la luz que cobijaste
en el feliz empeño de levantar la aurora,
hasta caer rendido al pie de tu deseo.

Un haz de manos levantan en el aire,
un grito que se abre en el vientre del mundo
parido en soledad de estrellas trasnochadas,
el viento lo hace suyo, y lo expande a lo lejos.

Tu lo sigues de cerca en frenético vuelo,
irrumpes el espacio, veloz como una flecha,
remolinos de voces levantas a tu paso
otras manos se alzan y recogen los ecos.

Brazos tensos esperan, erguidos de impaciencia
estallan por los dedos las quejas doloridas,
promesas oxidadas se funden en un fuego
que queman las entrañas carcomidas del deseo.

Un lamento que rasga la noche del olvido,
convoca a un pueblo unido
y todos juntos reúnen su esfuerzo y su tesón
por forjar la luz que los libere.

Paco Estévez
(A mis amigos-as de Motril)





BARCO DE VELA

Barco de vela,
barco de vela.
Falucho soñado
por mi infancia marinera.
¡Qué firme tu rumbo!
¡Qué liviana tu estela!

Barco de vela...
¡quién pudiera
subirse en tu proa
y navegar contigo
toda la vida entera!

¡Quién pudiera,
barco de vela,
conocer a tu lado
la mar de punta a punta,
como lo hacía
en mi infancia marinera!


Jesús Cabezas




EL MAR

Tu flor azul se entreabre, mar de mayo,
como una fuente clara de un sendero.
Me acerco a ti, vitral, marino día,
floresta de agua inquieta en que hundo el verso;
y bebo la hora fresca de estas rosas,
su aroma de ondas verdes y altos sueños.

Avanza alegre el mar sus vastas crines,
renglones, líneas de un antiguo texto
que el aire escribe en un lenguaje propio
dejando en esta orilla nata y cieno.

De niño, mar, tal vez leí tus libros.
Algún vocablo antiguo yo conservo,
algún dormido eco absorto en conchas
que igual que arena zapa entre estos dedos.

Me hablabas, mar, y a veces yo te hablaba.
Contabas un relato curvo, eterno;
las mismas olas siempre y siempre otras.
Sonora voz que viene y va en el tiempo.

Mas ya desbrava el mar sus blancos potros,
su red boreal que injuria al pez de anzuelos;
al pez de plata, sílex de una estrella.

Delfín, mi voz se va detrás del viento,
surcando en busca de este mar que olvido,
que juega solo; niño solo y lejos.


F. Ayudarte




POEMA

"Hay un grillo al lado de mi cama
que me canta durante toda la noche.
Es una melodía triste y significativa,
que me dice infinidad de palabras.

Es un grillo que teje nomeolvides invisibles en la aurora,
que con espinas se engendró en rosa.
Este grillo perfora despacio las paredes de la tarde
y enciende sus hogueras a medianoche

Mi grillo, camuflado, asaltó el silencio.
Este grillo embruja con la lluvia dorados atardeceres
y besa aunque no haya luna.
Un grillo que anda cantando debajo de mi almohada,
se viene de polizonte con el viento
y llora soledad en el rocío de las noches invernales,
con el corazón remendado con olas azules.

Este grillo escribe con la tinta de las teclas
ríe con las campanas de las palabras
y sufre nostalgia con las hojas.

Un grillo que entona canciones de amor todos los días
encantando estrellas serpenteantes con su flauta

¿Podría acaso cantar otra melodía
cuyas palabras fueran ligeras y se las llevara el viento?
Él es ese grillo que le gustaría seguir el sol de sus ojos
y que sus brazos le calentaran y le asfixiaran.

(.....y es que este grillo negro, a veces, adquiere hermosísimos colores)"


Ana Galindo




VOLVAMOS SIEMPRE A ITACA

(Homenaje a Kaváfis)

A veces pudo ser el dromedario o tu voz turquesa,
porque no hay olvido que reclame este momento,
la congoja prepara el dardo envenenado,
el tiempo cumplió su cometido,
quedaron en la arena aún caliente
el color de la memoria y quizás un beso.
Bebimos impunente el vino de la tarde
que importa no llegar al fin
si el silencio nos protege,
perdido el holocausto no firmé mi testamento,
retiré mi maleta sencilla y plegué mi sonrisa.
De la misma forma que el alquimista prepara la pócima
me acordé de Kaváfis;
entonces recordé la película
- el cine no me engaña –
porque dijo Zorba, el griego:
“ Jefe, qué desastre tan hermoso”

Anunciatta Vinuesa




RIMAS

Descalzos mis pies
las olas los abrazan,
mis huellas....
se las lleva el agua.
¡Vente conmigo niño
a esta orilla de la playa!

La brisa de la mar salada,
sonidos deseados me regala:
tu nombre, tu voz, tus pasos,
tu risa, tu canto, tu llanto....
Tus poemas a mi oído susurrando.
¡Vente conmigo niño,
dulces besos te he guardado!

Las gaviotas, alertas centinelas,
las alas extienden inquietas....
alas...olas...a solas...ama tu alma,
tu volar, tu dicha, tu pena.
La llave de mi puerta....
el rincón de tu casa....
las caricias soñadas.
¡ Vente conmigo niño
al calor de mi manta!

Descalzos mis pies
las olas los abrazan,
a esta orilla de la playa
mis huellas...
se las lleva el agua.

Rosa



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NUEVA POESÍA LÍRICA
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Vaga Ilusión

¡Cuando el recuerdo se borre!
Si las sombras han caído
sobre los radiantes tilos,
si al ocaso de las flores
ya no existen los amigos,
si abrazaron tus amores
la oscuridad del olvido:
se quedarán contigo...,
sólo, ¡las ilusiones!

¡Que no se duerma
que tiene frío,
su pena negra,
su voz de niño!

¡Cuando el silencio te ronde!
Si del alba las campanas,
derraman sobre tu almohada,
tañendo lánguidos sones,
la color de la mortaja,
hacia su elevada torre,
como hiedra entre sus ramas:
se marcharán con tu alma...,
sólo, ¡las ilusiones!

¡Sólo, las ilusiones!:

arcoiris de amapolas,
pétalos de caricias,
besos de noche alada,
sueños de mil colores...

¡sólo, las ilusiones!

¡Que no lo llamen
que se ha dormido,
su pelo negro,
su piel de trigo!


Antonio Reyes

El jardín de mis sueños

A su pasión atado,
en el quieto jardín de mis sueños,
dolido y olvidado,
y preso de sus dueños,
¡dejé mi corazón en sus empeños!

¡Qué solo y desdeñado!,
en su sentir, con mi razón reñido;
sediento de cuidado,
de amor incomprendido,
¡cubriendo de tormento el buen sentido!

¡Oh! Píndaro, en sus versos,
qué desigual batalla reflejara;
estando dos inmersos,
mi corazón quedara,
¡entre los rododendros y la jara!

¡Oh mísera razón!,
de su triunfal combate reposaba,
ilesa de pasión;
apenas le inquietaba,
¡el viento que en el álora ululaba!

¡Viento!, viento que va
y que viene airoso y mi alma arroja,
al lugar donde, ya,
mi corazón se abroja,
¡y unas flores alivianan su congoja!

...Risueña, ...candorosa,
sus alas suavemente aleteando...,
¡paloma tan hermosa!,
la sorprendí mirando,
¡y entre las mariposas revolando!

¡Tan tierna enternecida!,
prendía en su nostálgica mirada,
relámpagos de vida,
la dulce madrugada,
¡y el brillo del otoño en la alborada!

Sus ojos de poesía,
colmaban los anhelos de ventura.
Amores me pedía,
¡oh!, cándida criatura,
¡embriagando mi mente de mixtura!

Busqué mi corazón,
donde en sueños quedárase olvidado;
¡oh!, pérfida razón,
ausente de su hado,
¡yacía moribundo y mal hallado!


A. Reyes

SEGUIRIYAS

.
A la orilla “el” río
te fui a buscar,
y vadeando sus revueltas aguas
te quise amar.

A la orilla “el” río
te vine a ver,
y me arrebató su turbia corriente
lo que te amé


No me digas nada,
no vale la pena,
con el corazón, niña, yo sé muy bien,
no hay quien pueda.

Agua revuelta,
clavo y canela,
son los amores, ”maresita e mi alma”,
que me atormentan.

Si tu eres la luna,
yo el mudo reflejo,
que en la noche de San Juan, desnudos,
juntaban sus cuerpos.

Tu me amaste más
y, tal vez, yo menos;
pasando el tiempo, soy yo el que lloro,
al recordar lo nuestro.

El día “e” la Virgen
me crucé contigo,
y el tintineo débil de mis huesos
llegó a su oído.

Yo nada diré,
si tú nada dices,
qué importa a nadie, chiquilla, si tu y yo,
¡ay!, fuimos felices.

Juntito a tu vera
como junco bravo,
yo voy pasito a pasito, ¡mi vía!,
fiel y atolondrado.

Por mirar en tu alma
hasta me hice cura,
para ver temblar, tras las celosías,
tu imagen pura.

Cuál fue el pecado,
cuál la penitencia,
te has confesado, y te he visto llorar
dentro de la iglesia.

¡Ay!, qué buenesita
que eres conmigo,
que estás cansada, niña de mi alma,
y me das abrigo!

No bajes los ojos
ni vuelvas la cara,
cuando en la feria, me ves paseando,
montado en mi jaca.

Se decía mi amigo
y venía a mi puerta,
para quitarme lo que más quería,
viéndola abierta.

Al verte bailando
anoche en la plaza,
un fuego atroz que lo abrasa todo,
prendió mis entrañas.

¡Niña de mi alma!
¡Luz de mis sentidos!
ven que te cante, todas mis penitas,
cerca de tu oído.

¡Que me vuelvo loco,
de tanto mirarte,
y tus ojitos sólo me sonríen
muy de tarde en tarde!



A. Reyes

SOÑÉ

Soñé, que soñaba un día,
que era joven y soñaba
que tus ojos me miraban.
Soñé, que tú me querías.

Soñé que volví a mi infancia,
y que mis padres vivían;
y que dormía en mi casa,
soñando que me querías.

Soñé, que soñaba un día,
que era viejo y no soñaba;
y que la vida pasaba
sin sentir que la vivía.

¡Soñando, soñé contigo!,
y con las cosas queridas,
que perdí por el camino,
y me dejaron su herida.

Soñé, corazón amigo,
que la vida no pasaba.
¡Soñé, que me despertaba,
y que tu estabas conmigo!

F. Antonio Reyes

Retrato del Alma

Ternura escondida,
ojos indecisos,
amor casi dormido
amor ansioso...,
ilusión rota
ilusión que brota...,
recóndito deseo de vivir:
¡eso eres tú!

Mirarte,
es mirarme.
Amarte, es,
amarme.

Ojos tristes
ojos radiosos,
sentires profundos,
sueños ansiosos...:
¡eso soy yo!

Encontrarme
es, saberte.
Vivir, es
¡saber encontrarte!

A.Reyes

Amor de Juventud

Tú eres chiquilla,
la luz del día,
clara alegría,
calor del sol.
¡Que quién soy yo!
¡Yo soy tu amor!

Yo soy la espiga
que crece erguida,
tierra que ansía
tu resplandor.
¡Amor y amor!,
¡somos los dos!


A.R.
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POEMAS DE MI TIERRA
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Recuerdos de la Zafra

(Ahora que es primavera)

-El aire huele a dulce,
ya es primavera,
y el humo de las fábricas
pinta la sierra.

-Las muchachas de Osuna
y de Albuñuelas,
ya remiendan sus sayos
de basta tela.

-El aire huele a dulce,
ya es primavera,
y el pito de las fábricas
suena que suena.-

“¡Dónde estará mi novio!,
¡quién lo trujera!”
-Ya cantan las mocitas,
ya desesperan.-

El aire huele a dulce,
ya es primavera,
y el ruido de las mondas
surca mi tierra.-

“¡Dónde estará el mocito
que a mí me quiera!”
-¡Qué dura que es la vida
de las monderas!

-El aire huele a dulce,
ya es primavera,
y pasan acarretos
frente a mi puerta.

-"Capataz de la monda
de la Almudena,
¡que este año me caso,
dame faena!"

-El aire huele a dulce,
ya es primavera,
Los hombres cortan cañas
y ellas las pelan.

-“Aguaor”, dame agua de
fuente “La Higuera”,
agua dulce que calma
a “to”el que espera.

-Dulce como el aire
que hay en mi tierra,
¡cuando llegan las mondas,
…y es primavera!

Antonio Reyes

Atardecer de Mayo en Motril


Aromas de este mar y de la tierra,
el aire claro arrastra en su dulzura:
bañando la fértil, vasta llanura,
de fragancias que el sentido encierra.

A lo lejos, pintado en la sierra…,
el sol radiante, su roja textura…:
herido en melancólica premura,
cual frágil corazón que amando yerra.

¡Qué extraña sensación la que se siente,
a caña y a melaza en las alturas,
entre almendros y un gorrión durmiente!...

De las noches el espejo sonriente,
cómplice del amor y desventuras,
pronto asoma su luz por el oriente.

Antonio Reyes

Noche de Luna

Me gusta una noche de luna
pasear por la orilla del mar,
y escuchar del agua el bramar
silenciosa, sin espuma.

Sentarme después en la arena;
recordar cosas del amor;
y soñar que también mi morena,
estará pensando en los dos.

Me gusta el reflejo plateado,
con tinte amarillo de amistad,
que me sigue por la orilla embrujado.
Me gusta… su clara oscuridad.


Antonio Reyes

Versos de pura añoranza

(No sé distinguir los versos de mi juventud de los de mi madurez. No sé si me emociona más una silva o un soneto de un hombre ya vivido, que la sencilla rima de aquel adolescente que se debatía entre los sentimientos y los sueños en un mundo cuya realidad le resultaba hostil. Estos versos los escribí, allá en mi juventud, cuando tuve que abandonar mi tierra buscando nuevos horizontes, y descubrí que no había para mí gozo fuera de mis gentes cálidas y abiertas del sur como mi tierra misma).

Volveré, volveré a mi tierra,
a las gentes que dejé allí;
volveré al lugar tan amado,
al rincón donde yo nací.

Oiré de nuevo el cantar
de jilgueros al amanecer;
y veré, desde mi ventanal,
luceros al oscurecer.

Y, cuando la luna y su brillo
plateado, iluminen mi tierra
y mi cielo estrellado, oiré
el canto de una guitarra vieja.

Y lloraré por dentro…,
todas las penas mías;
y cantaré por fuera…,
todas mis alegrías.

Antonio Reyes

Mirando al Mar

Por el gris horizonte
azul y blanco,
veo los barcos pasar,
¡oh sueño extraño!

Por el gris horizonte
verde y dorado,
¡tu nombre se me va,
a un mundo raro!

Desde la alta colina,
mirando al mar,
florecillas silvestres,
puedo gozar.

¡Desde la alta colina,
no tornarás;
amores que se alejen,
marchitarán!

Por el gris horizonte
añil y cárdeno,
veo los barcos llegar
de un país lejano.

Por el gris horizonte
naranja claro,
¡quién pudiera besar
tu cuerpo amado!

Desde la alta colina
me esperarás,
tu corazón de nieve
se ablandará.

¡Desde la alta colina,
tú me amarás!,
entre flores silvestres,
¡mirando al mar!


F. Antonio Reyes

Playa de mi soledad

¡Playa de mi soledad!,
donde guardo mis recuerdos:
dentro de blancas espumas,
siempre la vengo a buscar.

¡Agua clara alborotada!,
con tus ricitos de nieve:
dibújame su sonrisa
en tus burbujas de plata.

¡Agua, viento, cielo, playa!:
recuérdame su cabello,
tan negro, de seda suave
y ensortijado de lana.

Playa de mi soledad,
arrúllame entre tus sábanas,
y abrázame el corazón
con tus brazos de cristal.

¡Agua alegre alborozada!,
con tus ricitos de nieve:
¡líbrame de mis saudades!,
en tus burbujas de plata.


F. Antonio Reyes

Estaba la Mar en Calma

Estaba la mar en calma;
el murmullo de las olas;
el cielo, velo infinito...;
y mi corazón a solas.

¡Corazón, de qué estás hecho,
que no escuchas la razón!

Cuando era niño soñaba
que era de un barco patrón,
y por el mar navegaba,
cara al viento, luna y sol.

Cuando era niño soñaba
lo que iba a ser de mayor.

A lo lejos, un velero,
se perdía entre la bruma.
El agua se revestía
una y otra vez de espuma.

El viento, fiel mensajero,
iba y venía trayendo,
brisas, olores, recuerdos,
viejas canciones y sueños.

La orilla se iba tiñendo
de conchas de caracolas,
de nácares de colores...
Y mi corazón a solas.

¡Corazón, de qué estás hecho,
que no escuchas la razón!

¡Cuando era niño soñaba
lo que iba a ser de mayor!



F. Antonio Reyes

U.D. "JUVENTUD"

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POESÍA CONTESTATARÍA

¡Quién cogerá mi mano!

Si ver rayos pudiera,
claros al destellar,
por un sendero abierto,
¡quién me acompañará!

Desde mi oscura luz,
de tristes epitafios,
¡dónde la luz está!

Se me desgarra el alma.
¡Quién me comprenderá!
Qué triste está la noche.
Qué pobre el hombre va.

Yo quise andar senderos,
Que al c
énit van a dar.
Qué claro está el camino.
Qué torpe el caminar.

Desde mi oscura luz,
de tristes epitafios,
me siento despertar.

¡Quién cogerá mi mano!
No vaya a zozobrar.
Qué triste está la noche.
Qué pobre el hombre va.

Entre rayos y truenos,
que nublan mi soñar,
yo busco aquel lucero,
¡que está al alborear!



Antonio Reyes